Para empezar, es un proceso relativamente sencillo que se desarrolla en unos 40 minutos. Se extrae al paciente una pequeña cantidad de sangre como en una analítica y se centrifuga en una máquina especializada.
A partir de esa centrifugación se obtiene un total de tres fracciones:
-Fracción roja o hematíes, que quedan depositadas en el fondo del tubo.
-Fracción blanca o leucocitos.
-Y, en la capa superior, el plasma y las plaquetas con todas las sustancias que harán posible la reparación del tejido dañado. Dentro de la capa de plasma, podemos diferenciar dos partes: la rica y la pobre en plaquetas.
Posterior e inmediatamente, el médico especializado inyectará el concentrado de plasma rico o pobre, bien de forma directa o mediante un procedimiento ecoguiado (ayudado por un ecógrafo) para asegurar que los factores de crecimiento vayan al lugar exacto de la dolencia.